lunes, 3 de marzo de 2014

Cómo estar callada con tanto ruido a tu alrededor

Primeramente, he de decir que me escaqueé un poco al hacer el experimento. Se suponía que debía hacerlo el miércoles antes del puente, pero era casi viernes y había quedado con unos amigos para ir al cine, además de que no me sentía con ánimos aquel día.
Pues bien, sabía que a mí eso de no hablar no me iba a costar tanto, pero quizás dejar de lado el móvil (sí, ese horrendo aparatito que tan enganchados nos tiene) me iba a costar un poco más, así que decidí aprovechar que el viernes me iba a Tánger con mis padres y mis tíos, para dejar el móvil olvidado en casa y hacer el experimento, con el propósito de poder hacerlo mejor.
Al principio fue sencillo; nos levantamos a las seis de la mañana, y a esa hora ni el más charlatán tiene demasiadas ganas de hablar. Sorprendentemente, mi madre no se olvidó del experimento y no intentó que hablase, ni me chilló para que yo contestase con uno de mis famosos "Queeeeeeeee???", tan propio de adolescentes. 
El trayecto en coche fue más de lo mismo. El problema fue llegar a Tarifa, al barco, y encontrarnos con mis tíos. Mi madre explicó brevemente a la pequeña porción de familia allí reunida el motivo principal de mi mudez, cosa que pareció muy graciosa a todo el mundo y, como mi familia es tan sumamente encantadora, el objetivo principal del día consistió en hacerme hablar. 
No lo noté tanto en el trayecto en barco, porque me quedé dormida, pero al llegar a Tanger llegaron los problemas. Primero, en el hotel, quería decirle a mi padre que quería compartir cuarto con mi hermana, pero no podía decir nada. Gracias al cielo, mi hermana opinaba lo mismo y habló por mí.
Ir de visita por la ciudad fue sencillo, ya que a mi me gusta estar callada cuando observo cosas. De vez en cuando, mi tío trataba de sonsacarme alguna palabra haciendo preguntas fortuitas ("¿Qué hora es?", "¿Te gusta esto?", etc.). Al principio no caí, pero a lo largo del día acabé por contestar, accidentalmente, algunas de ellas.
Lo peor, creo yo, fue pedir en los restaurantes. Yo era la única de la familia que hablaba un francés medio decente, y como tenía que estar callada, se las tuvieron que arreglar chapurreando ciertas palabras (eso sí, fue muy gracioso). También tuve problemas porque, al ser un paías árabe, no tenía ni idea de lo que eran la mayoría de los platos, y no podía preguntar qué llevaban, así que me fiaba del gusto de mi hermana y me pedía lo mismo que ella (por suerte, no falló eligiendo).
En resumen, fue una experiencia extraña. no la calificaría ni como buena, ni como mala. En realidad, me lo pasé hasta bien siendo la mudita del grupo, pero no creo que pudiese volver a repetirlo; soy muy charlatana.

3 comentarios:

  1. Cada vez que leo más entradas referidas a este experimento la experiencia me parece más difícil, pero en este caso para mí este experimento sería imposible porque yo no podría estar de viaje sin hablar ni coger ningún aparato electrónico.

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  2. Tuvo que ser difícil el experimento teniendo además en cuenta que era un día familiar, ¿eh? Hay que tener mucha fuerza de voluntad para hacerlo en vacaciones, la verdad. La gente aprovechaba y dormía la siesta, o estudiaba, y así una tarde se pasa enseguida.
    Después de leer otros artículos, he de decir que tu madre fue muy considerada, por cierto.
    A mí sigue picándome la curiosidad, sigo queriendo hacer algún día este experimento pero nunca parece ser el momento apropiado. Sin embargo, tu fuiste capaz de hacerlo un día como ese, y me parece increíble.

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  3. Es curioso como la gente se exalta ante pequeños aleteos en su rictus de vida. A mi me pasó algo parecido con la profe de música Ana, que intentó hacerme cosquillas. La verdad, no se si es fruto del buen humor o alguna negación interna posada en la gente de darle a todo menos importancia de la que tiene, vamos que a mi no me inoportuno ni mucho menos xD pero realmente, podrían haber fastidiado el experimento. Lo difícil supongo como dije en mi entrada no es estar callado, sino estar aislado. Vivimos entretejidos hasta la médula (nunca mejor dicho) con el entorno, no solo por parte de la gente que conoces, sino que lo que hacen completos anónimos nos influye todos los días, alguien tirará la monda de plátano con la que te resbales. En el momento en que llamas más la atención, esto se intensifica. Es por eso que el experimento del silencio era complicado pero creo que aun siendo tu familia muy cachonda el mero hecho de probar que es desaparecer de sus vidas, por ejemplo en tu utilidad con los idiomas o sin saber como pedir plato, ademas de agudizar tu ingenio, te pone en una posición de fantasma. Nuestra ausencia también cambia vidas...¿por qué con lo de todos estamos conectados pienso en Avatar de J.Cameron? xD

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